jueves, 29 de octubre de 2015

¿HALLOWEEN O TODOS LOS SANTOS?




Desde que soy padre, “Halloween” ha ido ganándole terreno al “Día de Todos los Santos” que, cuando era un niño, celebraba con mis padres y hermanos. Las flores que mi familia llevaba a la tumba de sus seres queridos fallecidos; los dulces típicos como los huesos de santo y los buñuelos de viento; y los abrigos que siempre estrenábamos el día 1 de noviembre, cuando el frío era frío, han tenido que compartir protagonismo con calabazas y telarañas; con gominolas con las formas más terroríficas; y con disfraces de brujas, calaveras, fantasmas y un sinfín de vestimentas monstruosas. De hecho, mi hija mayor ya tiene su disfraz listo para vivir su cuarta “Noche de Brujas”. 

Aunque “Halloween” haya entrado en mi familia de la mano de las más pequeñas de la casa,
no puedo negar que recuerdo con añoranza aquellos días de Todos los Santos con mi familia. Era un día especial que, después de una mañana de visita al cementerio, siempre acababa alrededor de una mesa con una buena comida y una larga sobremesa endulzada con huesos de santo y buñuelos de viento. Hoy debo reconocer que parte de esa forma tradicional de celebrar ya pasó a la historia. Pero, por suerte, hace unos años descubrí que, en un municipio de nuestra provincia, Cocentaina para ser exactos, las calabazas, los maquillajes sangrientos y los disfraces monstruosos no han conseguido ganarle terreno a una celebración del día 1 de noviembre cuyos orígenes se remontan a siglo XIV: la "fira de tots sants" o feria de todos los santos. En 1346, una licencia de mercado concedida por el rey de Aragón Pedro IV el Ceremonioso al conde de Cocentaina, Roger de Lauria, la convierte en una de las ferias de productos más antiguas e importantes de España. Hoy, después de 668 ediciones, constituye una fiesta declarada de Interés Turístico Nacional.



Es cierto que todavía no se ha convertido en una tradición familiar como lo era la celebración del Día de Todos los Santos cuando era niño, pero todos los años que tengo oportunidad, trato de acercarme hasta Cocentaina para perderme en su “fira” y descubrir todo lo que tienen que ofrecer los cerca de 900 expositores repartidos por las calles de su casco antiguo. Desde vehículos y maquinaria, pasando por alimentación, productos típicos, artesanía y feria de atracciones y juguetes, hasta un mercado medieval, un zoco árabe y una feria caballar, la oferta de esta feria es muy variada para satisfacer los gustos del casi medio millón de visitantes.
Con la vista y el olfato atrapados por turrones, frutos secos garrapiñados, embutidos, quesos, tartas y dulces variados, pizzas y kebabs artesanos, productos típicos de todas las regiones de España… mi añoranza de aquellos huesos de santo y buñuelos de viento de mi más tierna infancia es más llevadera.

Si después de leer este post, te animas a ir hasta Cocentaina el próximo fin de semana (30 y 31 de octubre y 1 de noviembre), te aconsejo que vayas temprano, ya que lo que más cuesta allí es encontrar aparcamiento.