domingo, 10 de mayo de 2015

YA ME LLEGA EL OLOR A MOROS Y CRISTIANOS

Estos días de mayo, cuando me asomo a la puerta de nuestra oficina en la Gran Avenida, parece que el aire ya me trae el característico olor a pólvora; que respiro ese aroma de fiesta que consigue, incluso, provocarnos un cosquilleo en el estómago a los que nos sentimos festeros y esperamos con anhelo esos días señalados en el calendario.

Y es que un pueblo anda a la pata coja sin sus tradiciones festeras y sin las emociones que la fiesta despierta en sus habitantes. ¿Quién, cruzando las fronteras de nuestra ciudad, no ha pregonado a los cuatro vientos nuestras “inigualables” Fiestas de Moros y Cristianos? ¿Quién no ha invitado a algún familiar o amigo de fuera a vivir de cerca nuestras fiestas más importantes, vistiéndolo con un pantalón moro nada más cruzar la puerta de su casa?

Durante cinco días, nuestra casa queda relegada a un segundo plano y los cuartelillos se convierten en nuestro salón-comedor y las calles del pueblo en los pasillos de nuestro hogar. Son días y son lugares en los que compartimos amistades, devoción, emociones, momentos de ocio, alegrías… de una forma que, en otro tiempo del año, no somos capaces de hacer con la misma intensidad. Por este breve período de tiempo, los problemas, las preocupaciones y los quehaceres rutinarios quedan en el olvido para dar paso a la felicidad en su estado más puro.

Primero es Petrer, que este año celebra sus Fiestas de Moros y Cristianos del 14 al 18 de mayo (http://www.petrerenfestes.com/); y dos semanas más tarde Elda, del 28 de mayo al 1 de junio (http://www.morosycristianoselda.es/). Moros Viejos, Moros Nuevos, Beduinos, Fronterizos, Berberiscos, Tercio de Flandes, Marinos, Vizcaínos, Estudiantes y Labradores en Petrer; y Realistas, Marroquíes, Huestes del Cadí, Musulmanes, Zíngaros, Contrabandistas, Cristianos, Piratas y Estudiantes en Elda poblaran con sus trajes y atuendos cada rincón de ambas ciudades, volviendo a dejar sorprendidos a propios y extraños. 

Estos días dejamos la inmobiliaria de Elda apartada para otros días de trabajo. Como festero, me resulta difícil quedarme con un solo acto de la fiesta, pero si irremediablemente tuviese que elegir uno, en mi condición de padre, me decanto por el Desfile Infantil, un momento casi mágico en el que se produce un magnetismo absoluto entre protagonistas –niños y niñas- y público.

Así que, con ese cosquilleo festero que ya recorre mi estómago, estoy dispuesto a abandonar por unos días el espacio de confort que me ofrece mi dulce hogar, para hacer de mi cuartelillo mi salón-comedor y de las calles de la ciudad los pasillos de mi casa. Y no hace falta decir que, si estás leyendo estas líneas, estás más que invitado/a a convertirte en un moro o un cristiano más.